Microrrelatos Variados II

Introducción:

Hace un tiempo, un buen amigo me comentó que, cuando escribiera, debía centrarme en un género en concreto Le contesté que eso me resultaba imposible. No sé si a vosotros os ocurrirá igual pero, para mí, escribir es un estado de ánimo imprevisible. Hay días que estoy contento y me apetecen escribir historias más profundas y, en otras ocasiones, estoy algo más deprimido y lo que quiero es crear relatos humorísticos que me hagan desconectar del mundo.

Siempre digo que, cuando era un intento de músico, el tocar la batería era para mí como una sesión en el psicólogo. Me limpiaba, hacía que me olvidara de los problemas e, incluso, hacía que viera el mundo con más claridad. Ahora, cuando escribo, siendo este un acto bastante más introspectivo, me ocurre algo muy parecido. Consigo desviar la mirada de lo que ocurre a mi alrededor y, al terminar la historia, me quedo tranquilo, relajado y, en general y aunque no haya quedado totalmente satisfecho con el resultado, acabo con una sonrisa en la cara.

Tal vez por eso no puedo centrarme en un género. Escribo lo que necesito en cada momento y no siempre se dicen las cosas de una manera en concreto sino como piensas que mejor se van a entender.

La siguiente tanda de microrrelatos muestran exactamente eso: estados de ánimo. Días de buen humor, días de reflexionar, días de no querer pensar y solamente disfrutar escribiendo,… Pienso que escribir es mantener un diálogo con uno mismo y con aquellos que te leen. Le dices lo que sientes y ellos te contestan con sus comentarios y con lo que les ha provocado cada relato. Mi intención ha sido aportar una variada conversación en la que he procurado introducir todos los géneros con los que me gusta expresarme: humor, drama, algo de terror,…

Espero que los disfrutéis y, como siempre, estaré encantado de leer vuestros comentarios, saber cuál ha sido vuestro favorito o simplemente saber qué pensáis sobre este tema.

Besos y abrazos para todos, que tengáis un gran día y unas muy felices lecturas.

Relación Tóxica

Malaquías Barrigón vivía con un molesto y permanente dolor de estómago. Molesto por el hedor que supuraban sus gases y permanente por lo continuo de sus olorosas evacuaciones. Cuando nació, el doctor le dio una palmadita en el trasero y el bebé, en vez de llorar, soltó tal ventosidad que tuvieron que desalojar el hospital durante tres meses por culpa de una fetidez nunca antes inspirada.

Se hizo adulto y tomó un cargo en el cuerpo de policía. Su condición de toxicidad andante era ideal para disolver manifestaciones y hacer desalojos sin que mediara violencia alguna. Cuando le olían llegar, los malhechores dejaban sus quehaceres delictivos y huían tornándose morados mientras intentaban aguantar la respiración. Gracias a estas heroicas intervenciones sus superiores le inundaron en medallas pero, Malaquías, aun teniendo un considerable éxito profesional, no conocía la felicidad por una simple razón: no tenía contacto con el resto de la sociedad. Nadie le acompañaba en el coche patrulla, el supermercado del barrio le tenía prohibido acercarse a comprar y le llevaba la comida a domicilio (más concretamente a tres domicilios de distancia para evitar olores inoportunos) y su comunidad, hartos de hacer innumerables derramas para comprar ambientadores de fragancias tropicales, le obligaba a asistir a las reuniones por videollamada.

Hasta que un día se topó con una nueva vecina: —Hola, tú debes ser Malaquías Barrigón, ¿verdad? Te he reconocido por, por… —La chica dudó un momento, tragó saliva y siguió hablando—. Por el traje de policía, sí, por eso he sabido quién eras. Me dijeron que pertenecías al cuerpo. Soy tu nueva vecina Susana Alientofresco, encantada de olerte, digo, de conocerte.

Extrañado de que le reconocieran por el uniforme cuando en ese momento iba de paisano, él se puso nervioso, tuvo un incontrolable retortijón y, como respuesta, expulsó una sonora y maloliente pedorreta. La muchacha, como si mantuvieran una olorosa conversación, tuvo un ataque de halitosis que bien podría haber echado abajo la casa de los tres cerditos sin necesidad de soplar.

El aroma que emitió era tan indescriptible que los ojos de Malaquías, enrojecidos, comenzaron a emanar tantas lágrimas que parecían querer regar la selva amazónica. Ella, obnubilada por el hedor que desprendía su compañero, también lloró

.Los dos se observaron con las miradas irritadas por la pestilencia del otro. Nunca habían olido algo similar en otra persona; nunca se habían sentido tan mareados y desorientados y, por supuesto, nunca se habían sentido tan felices como lo eran en ese momento.

Fer Alvarado

Aniversario

Miró su agenda y redondeó con rotulador rojo la fecha en la que se encontraba: era su aniversario. Habían pasado veinticinco años desde que él y su mujer se dieron el sí quiero pero seguía amándola como el primer día. «Te querré a mi lado por siempre» le dijo él en el altar; ella le miró resplandeciente y le contestó: «si deseas con la suficiente fuerza, cualquier sueño se hará realidad». Desde ese momento aquella frase se convirtió en su mantra.

Puso unas velas con las formas del dos y el cinco a una tarta de chocolate, la preferida de su mujer, las prendió, cerró los ojos y comenzó a recitar en voz alta:

—Si deseas con la suficiente fuerza… —El timbre de la puerta le interrumpió. Se giró nervioso, anduvo unos pasos y posó la mano en el pomo.

—Soy yo cariño, date prisa en abrir. Tengo muchas ganas de verte.

A él se le iluminó la cara al escuchar la voz de su esposa, se sacó las llaves del bolsillo y las introdujo en la cerradura a toda prisa.

—Sabía que volverías por nuestro aniversario. Me prometiste que cualquier cosa era posible si lo deseaba con fuerza y así ha sido —abrió la puerta y continuó hablando—. Yo también cumplo mis promesas, ¿te acuerdas que te lo dije?, ¿que te querría junto a mí para siempre? Por eso enterré tu cadáver en el jardín de la casa de al lado.

Fer Alvarado

Frágil Venganza:

Entró a hurtadillas en la habitación y se quedó observando a quien sería su víctima. Viéndole plácidamente dormir no parecía el hombre sanguinario que conoció el día anterior. Se acercó a su rostro para asegurarse de que era él. No quería vengarse de la persona equivocada. Las cejas velludas y arqueadas se lo confirmaron: aquel hombre era el asesino de su familia. No lo pensó más, cerró los ojos y fue directo a la yugular. Con un golpe certero la sangre gotearía y al fin podría vivir sabiendo que sus familiares descansarían en paz.

Estaba a escasos milímetros de alcanzar su objetivo cuando éste abrió los ojos. Él retrocedió nervioso. No sabía cómo actuar. La mejor opción sería huir e intentar ejecutar su plan al día siguiente. Miró a un lado, la ventana estaba cerca. Podría saltar por ella y regresar cuando volviera a dormirse. Se lanzó hacia su fuga. Hubo un golpe de cristales, una caída y, después oscuridad: la ventana estaba cerrada.

El hombre de la cama se incorporó y se dispuso a levantar la persiana. Algo que reptaba en el suelo le llamó la atención. Se echó las manos a la cara y, a toda prisa, sacó una chaqueta del armario y se dirigió a la calle. No podía creer lo que estaba viendo. Ya eran diez días seguidos que le ocurría lo mismo y no iba a permitir que siguiera sucediendo. Sacó un teléfono del bolsillo y, después de buscar en la agenda, marcó un número y comenzó a hablar:

—¿Sí? ¿Exterminadores Out-sectos? Mire, ya no sé a quién llamar. Se han vuelto totalmente locas. Hace más de una semana que las moscas se suicidan contra el cristal de mi ventana. ¿Podrían ayudarme?

Fer Alvarado

Indeleble:

Nunca le gustaron los finales felices. Exigían poco, no provocaban preguntas y eran fácilmente olvidables. Los escribía porque se creía en deuda con los lectores. Ellos le apoyaban, le veneraban y él nunca quiso defraudarles. Hasta que decidió coger un lápiz y tomarse una caja de pastillas.

Encontraron su cuerpo días después. Estaba rodeado de hojas en blanco y, a su lado, escrita a mano, una única frase como epitafio:

«Fue un escritor tan hábil que hasta el último relato no reveló su verdadera historia».

Los periodistas hicieron conjeturas. Buscaron las razones del suicidio entre el despecho, la falta de inspiración o problemas de dinero.

Había logrado su objetivo: crear un final abierto por el que todos le iban a recordar.

Fer Alvarado

21 comentarios en “Microrrelatos Variados II

  1. Como a ti, escribir me hace bien y me evade, ya sean relatos o reflexiones, según el estado de ánimo. Por eso te entiendo muy bien. Me han encantado todos y con el de «relación tóxica» comprobamos una vez más que «siempre hay un roto para un descosido». Fantástico y talentoso. Un abrazo!!!

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    • Al final creo que a los que nos gusta escribir usamos nuestros momentos frente al papel para desconectar totalmente. A mí me sirve enfocar mis historias desde la fantasía o el humor, es como si al ver el mundo un poco más alejado de la realidad lo viera todo más claramente.

      Lo que me cuesta muchísimo es hacer reflexiones como tú haces. Me gusta hacerlas en las introducciones de los relatos para introducir el contexto pero creo me sería complicado hacer una reflexión o ensayo por sí mismo. Para mí tienes mucho mérito al escribir así. Gracias siempre por comentar, un fuerte abrazo y espero que estés teniendo un gran comienzo de domingo.

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  2. Es cierto que el estado de ánimo influye, pero te aseguro que a veces me gustaría escribir algo divertido y me doy cuenta que me dirijo inexorablemente al dramón. Muy buenos los cuatro, pero el primero tiene un «algo» incluso tierno, a la par que oloroso, que lo hace especial. Y el último me ha gustado porque me gustan los finales abiertos. Un abrazo.

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    • A mí me ocurre exactamente lo mismo. Hay días que quiero escribir algo divertido y me dirijo hacia el drama y, sin embargo, cuando quiero escribir drama, me salen relatos de humor. Hace unos meses escribí lo que yo creía que era un relato de terror y lo compartí con mis amigos de facebook y a todo el mundo se lo tomó como una historia de humor y se reía.

      Se ve que aunque queramos escribir algo en un tono concreto, al final nos sale de dentro otra cosa, como si nuestras musas no quisieran hacernos caso y tomaran vida propia.

      Aún así pienso que tus relatos, casi siempre, tienen un tono sarcástico y con mucho humor. Imagino que será que nos dejamos llevar por las letras y muchas veces nuestros personajes toman vida por sí mismos. Por cierto, me hiciste reír mucho con lo de «a la par que oloroso», muchísimas gracias por comentar y dejar tu punto de vista. Un gran abrazo y espero que tengas un gran e inspirador día.

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  3. A mí me pasa lo mismo. Escribir tiene algo de liberador y sanador. Y tampoco soy capaz de centrarme en un género, depende del día y del momento.
    Me encanta cómo escribes. Y está claro que el humor es algo innato en ti. Hasta los textos de terror tienen el punto humorístico y eso me parece maravilloso. Conseguir que ventosidades pestilentes y halitosis extremas te saquen una sonrisa, no lo hace cualquiera…
    Un abrazo

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    • Estoy totalmente de acuerdo contigo. En muchas ocasiones, cuando estoy más estresado, me siento a escribir y consigo desconectar de todo. Por ejemplo, «Relación Tóxica» lo escribí esta semana antes de hacer un examen, estaba cansado de estudiar, necesitaba distraerme y tomarme un descanso y surgió este oloroso relato. Me ayudó a desconectar y después pude seguir estudiando.

      Muchas gracias por lo que me dices, me ha hecho mucha ilusión leer tu comentario. Siempre me gusta ver el lado divertido de las cosas e intento aportar ese punto de vista a mis relatos. Ahora, lo del humor, es algo que he ido desarrollando en el último año y ahora lo introduzco hasta sin querer, muchas veces he llegado a pensar que me sale forzado y que ralentiza la historia así que me alegra mucho que me digas que te gusta ese sentido del humor.

      Un abrazo enorme y espero que estés teniendo un excelente día como poco.

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    • El mundo de los micros lo conocí relativamente tarde y me fascina. Contar historias mínimas y darles sentido da muchísimo juego. Y la verdad es que para leer mientras se va con prisa es lo mejor. Cuando vivía en Madrid leía muchos micros en el metro así podía terminarlos y no tenía «lecturas interruptus» cuando tenía que hacer algún transbordo.

      Me alegra mucho que te haya gustado esa «Relación Tóxica»; al final parece que siempre hay una media naranja para cada uno, el problema es que esa persona puede estar igual de trastornada que lo que está uno mismo.

      Muchas gracias por tu comentario, te mando un fuerte abrazo y que disfrutes mucho del domingo.

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  4. Estupendos e ingeniosos relatos, Fer. Coincido en que el estado de ánimo influye totalmente sobre lo que escribimos y las situaciones que nos toca vivir despiertan un estado de ánimo u otro, además nos sirve para tomar conciencia y liberar tensiones.
    Me has sacado una sonrisa con el relato de Relación Tóxica.
    Un abrazo

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    • Buenos días. Lo primero, perdón por la tardanza en contestar. Esta semana estaba con los exámenes finales de un módulo que estoy haciendo y no he sido persona.

      Lo segundo, creo que tienes toda la razón. El estado de ánimo nos influye en todo lo que hacemos y más en nuestra parte creativa. En parte escribimos para despejarnos del día a día. Es un viaje introspectivo en el que nos quedamos a solas con nosotros mismos y, generalmente, nos aporta mucho y nos ayuda a conocernos.

      Me alegra mucho que te hayan gustado estos relatos y por lo que veo «Relación Tóxica» ha ganado por goleada en esta tanda.

      Muchísimas gracias por comentar. Te mando un gran abrazo y espero que estés teniendo un gran fin de semana.

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    • I also think that writing in particular and creating in general, helps us grow, learn and get closer, step by step, story by story, to the best version of ourselves.

      Thank you very much for stopping by my blog and leaving such an interesting opinion. A big greeting.

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  5. Los había leído todos. Cada uno aporta algo bueno y diferente, pero el último me parece magnífico. Creo que te lo dije en su día. Ese final abierto me conquistó. Un fuerte abrazo, Fer.

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