Políticas de Empresa (Parte 6)

Introducción:

Esta es la canción que me inspiró para escribir este capítulo. Siempre que escucho música para escribir me gusta perderme en su cadencia y en su ritmo así que recomiendo el escuchar este tema mientras se lee para hacer más cercano mi proceso de creación.

Las dudas nos acechan en cada esquina. Nunca sabemos si el camino escogido es el correcto o si tal vez hubiera sido mejor atravesar el sendero que dejamos a nuestra espalda. Siempre dudamos de nuestras elecciones, de lo realizado y sobre todo de lo que dejamos sin hacer. Las posibilidades se convierten en infinitas y en muchas ocasiones creemos que lo elegido ha sido lo más erróneo. Le echamos las culpas a las circunstancias, al entorno, incluso a nuestra situación actual pero lo que realmente nos acaba definiendo son estas decisiones y nuestra capacidad de llevarlas hacia las últimas consecuencias o de saber rectificar en un momento dado. ¿Somos capaces de aprender de nuestros errores, de actuar diferente frente a una situación que se nos repite?

Nunca pensé que este relato llegaría hasta aquí, comienzo a dudar si alargarlo e intentar embarcarme en el arduo camino de convertirlo en novela. Pero nunca hubiera llegado sin todos vosotros que me seguís y me dáis palabras de ánimo. Así que os adelanto que en breve llegará a una conclusión y que en un futuro tengo en mente el arreglarlo y tratar de convertir la historia de Damián en un intento de novela. Como siempre gracias por leerme, agradeceré vuestras sugerencias y comentarios y espero que disfrutéis de este capítulo tanto como lo he hecho yo escribiéndolo.

Políticas de Empresa (Parte 6):

Los escalones volvieron a pasar lentamente bajo mis pies. Una mezcolanza de sentimientos estaba luchando en mi interior ralentizando así mis movimientos. ¿Cómo había sido capaz de apartarle la mano a aquel chico?, ¿en qué momento me había involucrado tanto en aquel juego que preferí casi dejarme caer escaleras abajo antes de aceptar la ayuda de un desconocido en el cuál primaban sus buenas intenciones por encima de su ambición? 

El número seis en la pared me dio la bienvenida a aquella planta devolviéndome de nuevo a mi solitaria y particular escalada. Seguía con la cabeza agachada buscando un lugar seguro en el que afianzar mis pisadas lentas pero seguras. Al llegar al descansillo observé como la luz de los fluorescentes se reflejaba en las vetas del mármol creando así formas luminiscentes que fragmentaban la luz recibida en varias direcciones. A cada paso cubría con mis pies aquellos borrones  de luz que comenzaron a parecerme manchas de Rorschach a las que mi imaginación les iba dando formas reales y palpables. De esta manera pude distinguir en el suelo la forma de un guante, o tal vez de una mano desnuda e insolente que desafiaba con su atrevida desnudez aquellas normas establecidas que había interiorizado con demasiada rapidez; alcé el pie y lo tapé de inmediato para silenciar aquel atisbo de sublevación interior. Algunos pasos más allá pude ver como las vetas se redondeaban alargándose en los extremos para crear una elipsis perfecta que, si se miraba con la suficiente atención, tomaban la forma de ojos vacíos que parecían devolverme la mirada y  juzgarme con la frialdad que mis recientes actos merecían. Cerré los míos para evitar aquella mirada inquisitiva formada por rocas calizas y calcáreas a las que mi conciencia había dotado de vida para proseguir con la mayor tranquilidad posible mi marcha. Preferí seguir a ciegas y agudizar el resto de  mis sentidos para que éstos me guiaran y al hacerlo sentí los ecos de los pasos  de los pisos superiores que parecían precipitarse sobre mí como  gotas de lluvia. Alargué los brazos  en la dirección de aquella llovizna de pisadas para empaparme de ellas como un explorador que en tierra indómita intenta aclimatarse a  su entorno para prever las posibles adversidades que le acechan. Pero aquel sonido agolpado se había convertido en una amalgama de zarandeos y golpes indefinibles en las que apenas se podía extraer  un rastro  medianamente aprovechable.

De lo que sí logré percatarme fue de que mi ritmo sosegado pero carente de pausa me acercaba a mis competidores. El desgaste producido por una salida atropellada y un inicio demasiado efusivo estaba haciendo mella en los que habían confiado sobremanera en su estado físico y  en los que, como yo, no tuvieron en mente estrategia alguna desde el principio.  Pero poseía una ventaja sobre éstos últimos y ésta era la duda que me arrastraba a un avance que, al ser intermitente, lograba dosificar mis esfuerzos.

— Número 8 eliminado por levantarse la máscara por encima de la nariz para tomar aire. — Aquella voz glacial surgida de las paredes que asocié a horas frente al espejo perfeccionando posturas intimidantes y gestos afilados me asaltó al llegar a la planta séptima convirtiéndose, aparte de la masa de gruñidos y repiqueteos uniformes, en mi única compañía.

La punta de mi zapato se topó con el escalón que anunciaba el siguiente tramo de escaleras evitando así que la parte inferior de mi tibia se golpeara con el borde anhelante de golpes y tropezones del peldaño. Suspiré aliviado  y afronté los treinta y dos escalones siguientes.

— Números 16 y 20 eliminados por perder varios botones al empujarse el uno al otro e intentar agarrarse a la camisa del oponente para evitar la caída. — El octavo número desapareció a mi espalda mientras la dicción estudiada de la chica engominada parecía contagiar su fuerza a mis pies en el ascenso.

— ¿6?, ¿Número 6? ¿Se puede saber qué hace? —  En esta ocasión su voz sonó quebrada envolviendo las sílabas de sus palabras en un armazón de inseguridad totalmente impropio de ella.  Igual que cada una de sus frases eliminatorias me animaban a continuar llenando mis músculos de una energía que creía inexistente en mí, aquel indicio de duda hizo que me  detuviera y girara mi cuerpo para cerciorarme del lugar exacto en el que me encontraba.  Miré hacia abajo y vi como acababa de dejar atrás el nivel nueve. Proseguí dubitativo agarrándome con toda la fuerza de la que era capaz a la barandilla mientras notaba como las puntas de mis dedos se clavaban en la palma de mi mano enrojeciéndola y dejando a su paso un leve y, por extraño que parezca, placentero cosquilleo. Apenas me quedaban unos pasos para alcanzar el décimo piso; la planta diez; la quinta parte de mi ascenso; un pequeño triunfo considerando que el número de mis contrincantes se había reducido prácticamente a la mitad.

Llegué hasta el descansillo y miré en derredor para disfrutar de aquella nimia victoria. En la pared de enfrente el tamaño del número que anunciaba cada piso había disminuido significativamente y en el espacio que solía ocupar se podía leer con letras grandes, oscuras y redondeadas el primero de los valores de los que tanto se enorgullecían en “El Espejo”:   “SEGURIDAD”.

Me giré satisfecho  para enfrentarme al siguiente tramo y al toparme con  lo que allí había la sien comenzó a palpitarme con fuerza y las venas de mi frente empezaron a sobresalir por mi piel dejando entrever sus cauces sanguíneos. Alcé la mano en un acto reflejo en un intento de silenciar aquellos latidos tapando el lugar donde debería estar mi boca mientras mis ojos se abrieron de tal manera que noté como mis pestañas tocaron y sobrepasaron las ranuras de mi máscara.

En el suelo había un hombre inmóvil, con el torso extendido sobre los primeros escalones y la cabeza ladeada reposando sobre uno de los peldaños. Sus piernas abiertas se extendían por el descansillo creando ángulos imposibles entre los muslos, las rodillas y los pies convirtiendo la parte inferior de su cuerpo en un conjunto de puntiagudas aristas que colocaban los huesos en lugares donde no deberían estar. En aquel instante, la voz de la chica engominada retumbó por aquella décima planta dejando un eco de ansiedad creciente entre sus palabras:

— Número 6, ¿quiere hacer el favor de moverse?, ¿es que no me escucha?, ¡MUÉVASE DE UNA VEZ NÚMERO 6!

Continuará…

Fer Alvarado

3 comentarios en “Políticas de Empresa (Parte 6)

  1. Genial como siempre Fer. Bien expresados los sentimientos de Damián de tal forma que haces al lector ser partícipe de ellos. Siempre nos dejas con ganas de saber más y con el corazón encogido. Creo sin duda que el planteamiento de que «Políticas de Empresa» pase a ser una novela es la mejor de las ideas. Espero los siguientes capítulos. Enhorabuena!!!

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    • Muchas gracias Elena. Llevo tiempo con la idea de la novela rondándome la cabeza y al final he decidido intentar aventurarme en este proyecto. Nunca he escrito historias tan largas y la verdad es que me hace ilusión al menos intentarlo 😊. Pero primero lo acabaré como relato para no dejar a la gente en ascuas y después exploraré las posibilidades que tiene la historia. Gracias de verdad por leerme siempre, por tu apoyo y por tus palabras de ánimo.

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  2. Vaya, Fernándo! Yo ya con la introducción, estoy disfutándo. No pasa nada si desde aquí sigue para libro, yo lo leere capitulo a capitulo. Está apasionante y aún casi . Se vé que será un aprendizaje sobre la vida y sobre sí mismo para Damian.

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