
Introducción:
Siempre intento aprender nuevas técnicas narrativas para crecer, para intentar mejorar mi estilo y para ir añadiendo repertorio a mi forma de escribir. Hace poco me recomendaron explorar el maravilloso mundo del microrrelato, campo que apenas había trabajado y he intentado iniciarme en este micro(macro)universo de historias mínimas pero fascinantes en las que la síntesis y la imaginación se unen para contar lo máximo en lo mínimo posible. Para ello hoy traigo dos pequeños experimentos: «A Partir de Ahora» se puede considerar microrrelato y surgió de una improvisación que se agrandó hasta una pequeña historia y «La Danza del Roble» es algo más extenso ya que no llegaba a encontrar en tan pocas palabras lo que quería contar, cuestión de experiencia será, cuestión de práctica imagino. Gracias por leerme siempre, espero que los disfrutéis y como siempre agradeceré vuestros comentarios, sugerencias y opiniones:
A Partir de Ahora

Sus miradas se cruzaron accidentalmente. Eran miradas rodeadas de dunas ondulantes que surgieron indecisas años atrás ahondando en los laterales de sus caras y que, como en todos los desiertos, fueron expandiéndose para agrietar sus rostros, secarlos y convertir en tierra yerma sus facciones y en herrumbre sus voces. Miradas repletas de tiempos pasados mejores, de humedales extintos y de lodazales presentes. Miradas que convertían la piedra en volátil arena y la mar en agria sal. Y aquellas miradas de frío constante, enrojecidas por cerrarse demasiado y por hacer del atisbo una forma de vida, permanecieron cruzadas durante un instante que se prolongó a un momento para alimentarse del tiempo y convertirse en pausa. Y de tanto mirarse al final se vieron, se reconocieron y se sonrieron; y en ese ahora él supo que llevaba infinidad de escenarios sin verse y multitud de paisajes itinerantes sin cruzarse con aquella mirada goteante que le gritaba con sordos parpadeos a través del espejo “vuelve, sé tú; regresa y simplemente sé”.
Fer Alvarado
La Danza del Roble

Llegué a perder la cuenta de las horas que detuve el tiempo observando el viejo roble del vecindario en el que pasé mi infancia. Desde el primer instante en el que me crucé con sus ramas aristadas y con sus hojas danzarinas, pude notar como su existir silencioso se sobreponía a la ignorancia beligerante de los demás sintiendo así una conexión con él como nunca la había tenido con nadie en mis pocos años de existencia. Lo convertí en mi amigo, en mi confidente, en mi compañero de juegos y de rebeldías. Cada tarde, cuando mi madre me obligaba a salir de casa para jugar, corría a su lado, me sentaba junto a él y sentía bajo mis dedos el áspero tacto de su centenaria madera. Me gustaba perderme en mundos no vividos al pegar mi oído a su tronco e imaginar sus ramas creando crujientes melodías inspiradas al ritmo del viento. Le hablaba y mi mente dibujaba respuestas construidas de palabras antiguas sobre tierra olvidada y subterránea agua.
Hasta que un día el árbol me respondió. Era una tarde silenciosa, una tarde ausente de los deslavazados gritos y las punzantes palabras ajenas que se me adherían en el camino diario hacia mi nuevo viejo amigo. Me acerqué y lo vi agrandándose ante mí como el único observador de un mundo inquisitorial en el que la magia se juzga y la realidad se construye de adoquines, de asfalto y de barro. Deslicé mi mano entre las rugosidades de su corteza y en aquel momento escuché un silbido entrecortado como el que hace el huidizo aire al escaparse entre los dientes. Lo observé y vi como sus alargadas hojas danzaban apuntando hacia arriba, como si éstas me invitasen a subir marcándome el camino. Levanté el brazo y me así a la rama más cercana, mis pies siguieron este ascenso y con una facilidad pasmosa, como si él me allanara un camino escarpado repleto de falsos asideros y de afilados peligros, conseguí adentrarme entre su espesura.
— ¿Dónde está el niño árbol? Como tanto le gusta la naturaleza, hoy le teníamos madera preparada para merendar. — Unas voces disfrazadas de niños, cargadas de un odio que mi infante mente no comprendía, me llegaron desde el suelo. Eran palabras acompañadas de filo y anhelantes de herida, pero que esta vez ni llegaron a tocarme ni a adherirse a mis entrañas. El aire se alzó para silenciarlas convirtiéndolas en torpes lanzas sin sino. En ese momento las ramas del árbol bailaron al ritmo del viento acunándome y alborotando mi cabello con suaves y tranquilizadoras caricias. Ayudado por las danzas silentes de las ramas, un hueco se abrió paso entre la espesura y desde lo alto del viejo roble del vecindario donde pasé mi infancia, pude ver como en la distancia, mucho más cerca de lo que llegué a imaginar, se extendían ante mí montañas inmensas y frondosos bosques carentes de gritos, vacíos de represalias y llenas de oportunidades.
Fer Alvarado
Fer! Hermosa introducción y jo me has hecho recordar mi infancia! En mi caso fue un árbol de almendro! Cuantas tardes no me pase yo cerquita de este algunas veces buscando su sombra y otras veces abrazada a este llorando por alguna crueldad humana…
gracias por compartir este micro relato se comprueba que aún estando corto se puede crear las mismas emociones al estar repleto de elementos que te hacen vibrar desde principio a fin y sobretodo transportarte ahí mismo en la historia y poder sentir esa brisa tocando tu rostro mientras disfrutas del árbol y su presencia!
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Me dejas sin palabras Shane, si te digo gracias me quedo corto para decirte lo que agradezco tu comentario. En los momentos difíciles nos agarramos a todo lo que nos aporta paz, serenidad y abrigo y personalmente también me pierdo en el silencio de la naturaleza para despejarme del mundanal ruido. Espero que puedas disfrutar de tu almendro y de muchos otros lugares que te den la paz que se necesita eventualmente. Gracias sinceras por leerme, por comentar y por compartir la historia de tu árbol de almendro.
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Dos estupendos micros. En el segundo visualicé, y sentí, a un jovencito Henrry Thoreau estableciendo su primera conexión con el reino vegetal. Despertando a la vida con mayúsculas. Liberándose de las etiquetas inherentes a la burda sociabilidad. Rompiendo la crisálida que lo protegía de las agresiones para volar, libre, hacía rutas salvajes donde la vida palpita con el espíritu del Todo. Enhorabuena por los textos, Fer, deliciosos ambos.
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No tengo palabras para agradecerte esta inmensa opinión. Ni te imaginas lo que me alegra que este pequeño experimento te haya hecho sentir tanto y además que te haya recordado a Thoreau y sus momentos iniciáticos con el reino vegetal ha conseguido casi que me sonroje. Gracias enormes Javier por tu apoyo y por tus estupendas palabras.
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Preciosa historia Fer, has sabido sacar a ese niño que llevamos todos dentro y hacerme retroceder a mi infancia, yo también recuerdo jugar en un árbol, allí me subía y pasaba buenos ratos, me sentía más grande allí subida en sus ramas, fueron momentos muy felices.
Gracias por este bonito micro.
Un abrazo. 🌹
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Muchísimas gracias por tus palabras que me animan muchísimo a seguir escribiendo y creando. Yo también tenía mi árbol cerca de casa que recuerdo con un gran cariño y que me aportó muchas horas de abrigo y también de sombra :). Muchísimas gracias por leerme, por comentar y por compartir conmigo parte de tu infancia. Un gran saludo.
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🌹💝
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Hola Fer, acabo de descubrir tu blog y leído tus dos micro-relatos, que me han atrapado suavemente! Estupendos ambos y emocionantes, aúnas fuerza y delicadeza con gran maestría, bravo! Seguiré leyendo tus escritos. Un saludo
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Muchas gracias por leerme! Me considero un aprendiz y voy poco a poco intentando evolucionar y mejorar en mis escritos y tu comentario y tu apoyo me animan mucho a seguir intentándolo por este camino. Gracias sinceras por tus palabras, es un gustazo que me leas 😊.
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Felicidades Fer, me encantaron tus micros. Son muy emotivos. Estaré esperando los próximos. Saludos.
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Muchísimas gracias Marta. Hay días en los que uno se encuentra más cerca de su niño interior y surgen textos de este tipo dejando parte de en ellos. Así que el ser apreciados se convierte en un gran regalo. Gracias por leerme y por quedarte por aquí. Saludos.
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Tengo que decir que me han gustado los dos. El primero lo interpreto como cuando alguien se mira realmente ante el espejo y se ve.Es cuando aparece un ápice de conciencia y tu medio despiertas e intenta realmente descubrir quien eres, es el primer paso hacia el camino del interior, esa magia que hay en el despertar por uno mismo para mi la clave del inicio de ese paso está en esa mirada..
Por otra parte yo como iniciada frente al espejo, y aprovechando que trabajo de cara al público cuando estoy en modo juguetona, miro a los ojos a la gente, siempre que hablo lo hago, pero ya sabes esas miradas furtivas que te observan y tu lo sabes, incluso la gente que las reciben lo saben es parte de un juego, o una necesidad entre almas de sentirse reconocidas creo yo, lo que la gente no devuelve la mirada y muchos se siente retados y las apartan, a mi me encanta mirar porque quiero ver quien tiene la capacidad de pararse y devolverte la mirada quiero ver el alma, y que surge de eso y por mi experiencia han surgido cosas tan inesperadas, como reacciones tan esperadas.
Y el árbol, sublime, me ha hecho sentir como cuando entiendes lo que es la conexión real, la fusión en este caso con la naturaleza, como si tu fuese una prolongación una rama más, estás conectado a todo esto que nos une, y una vez más miras hacia dentro, y ves que lo de afuera, seria el EGO, no interfiere, no le pones atención porqué ya estás pleno. Y esa es mi humilde opinión. 😉
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De verdad que me has dejado prácticamente bloqueado con tu opinión, gracias y gracias sinceras. Antes de analizar todo lo que me has dicho, me quedo con una de tus frases que más me ha llegado y es ese «me ha hecho sentir» porque como aprendiz de escritor que soy, el despertar sentimientos ajenos derramando los míos en letras es la mejor experiencia que puedo tener.
Y en los dos relatos has entendido mis intenciones, «A partir de ahora» habla sobre ese eterno ciclo de perderse, encontrarse y reconocerse. Y todo ello en base a las miradas que no engañan que, por mucho que queramos esquivar o esconder aunque sea a nosotros mismos, siempre están ahí mostrando sin pudor, casi de manera incívica, lo que cada uno realmente es.
Y «La Danza…» es un viaje de conexión e iniciático, de descubrimiento personal y aceptación de las «rarezas» así que has captado mis intentos de sugerir ideas y te agradezco enormemente este tiempo en el que te has sumergido en mi micro mundo. Gracias, muchas gracias, demasiadas gracias por venir 😊.
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Ningún encuentro es casual, así que digamos que nuestras almas estarán vibrando en misma frecuencia,y por eso ha habido este entendimiento, y honestamente es bastante difícil que me haga sentir algo, en cuanto a lectura, porque están bien los cuentos, novelas he leído muchas, pero es cierto que prefiero más la clase de escritura, que lleve un poco de esencia de cada uno y se fije en los detalles, de la vida real, en lo bonito y no en las crueldades, que la gente hace más hincapié en eso, gracias a ti, que por azar te metiste en mi blog 🙂
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Entiendo tu forma de ver la escritura y de entenderla. Te gustan lecturas que te llenen y que te aporten de alguna manera, que te abran los ojos hacia mundos diferentes, mágicos, pero palpables. De alguna manera algo así como convertir en accesible lo inalcanzable y ver el lado bueno de las cosas. A mí particularmente, y te habrás dado cuenta por mis relatos, me gustan un amplio abanico de géneros aunque siempre tiendo hacia al fantástico como metáfora. Desde un punto de vista irreal y sin límites creo que se puede llegar a definir mejor el día a día que con los pies en el suelo. Un gran saludo y muchas gracias de verdad por traer tus puntos de vista y opiniones a mi blog.
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Realmente antes disfrutaba muchísimo de lo imaginario, y me perdía en eso, creaba fantaseaba muchísimas cosas e, pero cierto es que mi lado lógico se apodero de mi estos últimos años, creo que es en parte una armadura, de si ves todo lógico sufres menos, pero con el tiempo, me he dado cuenta de que esa parte está en mi, esa niña que anhela fantasear y crear cosas, ya se cumplan o no, si realmente no hay un objetivo detrás, entonces supongo que gracias tu super sombrero, me he dado cuenta de eso, y se que volverá de nuevo ese tiempo de fantasía, y deborar libros hasta las tantas de la mañana, en mi librería hay de todo tipo, desde historia, esoterismo, romance, detectives, osea leo de todo. Supongo que son épocas, y el no estar atentos en nosotros mismos y nos apagamos, pero bueno para eso sirve observarse uno mismo 🙂
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Voy a meter mi cuchara. El microrrelato «A partir de ahora», no me parece que sea propiamente un relato. Parece más una prosa poética (que no es lo mismo). Pero sé que me estoy metiendo en terrenos de los que apenas conozco como autor y no como especialista. Tal vez esa clásica línea delgada fronteriza nos permita ir y venir sin temor a las clasificaciones. Lo cierto es que de aquí puedes obtener que deberías trabajar mucho mejor el aspecto del relato y no confundirte por la pequeñez que exige el micro. Escribí esto con poca reflexión y de prisa. Si quieres, podría ofrecerte una reflexión más puntual y larga.
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Encantado de que metas tu cuchara. Lo cierto es que este micro fue el primero que escribí o mejor dicho experimenté. No sabía ni cómo abordar esta pequeña historia y fui escribiendo lo primero que me venía a la cabeza. Tal vez por ello, y por el estado de ánimo que tenía en esos meses, me salió algo más poético de lo que suelo escribir. En este campo soy totalmente un aficionado y no tengo ni idea de cómo abordar la poesía. Se puede decir que improvisé y lo que sentía en ese momento hizo el resto. Te animo a comentar o a meter tu cuchara siempre que te apetezca ya que siempre estoy abierto a críticas y opiniones.
Muchísimas gracias por comentar. Un saludo y que tengas un gran día.
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