Políticas de Empresa (Parte 3)

Introducción:

El final de este pequeño experimento se va acercando, aunque aviso de que no será en esta parte de la historia. Recomiendo a los que empecéis por aquí leer «Avance de Relato» y la «Parte 2» y agradeceros siempre que hayáis empezado a leer mi humilde blog. En este capítulo he querido ir oscureciendo paulatinamente el tono de la historia mientras la entrevista de Damián da comienzo. Creo que es algo interesante el ver las reacciones de las personas ante hechos extraños, peligrosos o inauditos. Muchas veces las personas más tranquilas y relajadas se convierten en depredadores competitivos ansiosos de una victoria, aunque sea efímera, que se les ha resistido demasiado tiempo. En otras ocasiones se rinden ante la primera adversidad y se decide coger otros caminos más fáciles y directos . Pero, ¿cómo reaccionará Damian?, ¿cómo queridos lectores reaccionaríais ante esta situación u otra más relajada pero parecida en su contexto? Espero que disfrutéis con este capítulo y como siempre estaré encantado de leer vuestros comentarios, sugerencias y opiniones:

Políticas de Empresa ( Parte 3) :

Atravesamos un largo pasillo en el que el silencio parecía envolvernos por doquier. Era como si el hecho de escuchar el bullicio propio de unas grandes oficinas rompiera la estética  y la forma de proceder de aquella empresa.  Agudicé el oído y pude escuchar ruidos de pisadas perdidas detrás de las paredes, algunos ecos lejanos de teclas golpeadas con celeridad y de ficheros abiertos con calma, pero en ningún momento vi a  la gente que realizaba aquellas tareas.

Seguimos avanzando  por el edificio y mientras más nos adentrábamos aquellos nimios ruidos parecían alejarse para así  sumergirnos de lleno en una calma externa que chocaba con la inquietud creciente de mi interior. Llegamos al final de aquel casi quimérico pasillo y nos topamos con una doble puerta de ébano que nos impedía el paso. La muchacha engominada se detuvo y, con una sonrisa y una actitud jocosa, me invitó a abrirla.

— No sea tímido señor Salas. Tras esta puerta va a comenzar la gran oportunidad de su vida —me dijo a la vez que, con un gesto informal e impropio de la sobriedad que había mostrado hasta entonces, golpeó varias veces la superficie lisa de la madera con la palma de la mano.

La miré sorprendido por aquel cambio repentino de actitud, era como si estuviera disfrutando de toda aquella situación, incluso llegué a intuir por su comportamiento que estaba deseosa porque  todo comenzara.

Agarré la manilla metálica de la puerta y la accioné. No quería mostrar más debilidad frente a la que parecía ser mi evaluadora, me había comido demasiado terreno moral y esa sonrisa me hizo darme cuenta de que ella sabía que estaba prácticamente a su merced. Con un empujón terminé de abrir la puerta y me adentré en aquella nueva estancia. Un fogonazo de luz me cegó por un instante, me tapé las dos ranuras de los ojos con el dorso de la mano mientras me llegaba a acostumbrar  a aquella luminosidad y di varios pasos adelante en un intento de  recuperar la seguridad perdida.

Aquel espacio era enorme, diáfano y de una claridad sobrecogedora. Una cristalera, que invitaba a que oleadas de luz solar se adentraran e invadieran la estancia, ocupaba toda la pared llegando ésta hasta lo alto del edificio. En frente de mí había unas escaleras de mármol que, planta tras planta,  ascendían incansables hasta donde la vista me alcanzaba. A la derecha de éstas, impertérritas y silenciosas, había una hilera en la que pude contar diez personas con  traje negro, corbata a juego y camisa blanca que parecían esperar una señal para moverse; enfrentadas a ellas y a unos metros de distancia, otras nueve vestidas exactamente igual. Todas con la misma máscara beige, todas con sus pequeñas ranuras en los ojos  y todas con los mismos guantes marrones. Un mutismo impostado atravesaba la estancia, no se escuchaban palabras pero si un coro de respiraciones forzadas que intentaban fluir a través del tejido rugoso que envolvía sus fosas nasales.

La chica engominada se adelantó a mí y se colocó en el centro  exacto de la sala. Volvió a entrecruzar los brazos entre sí como si esa fuera su postura habitual cuando quería imponer respeto y con una voz limpia y confiada que parecía proyectarse por todo aquel lugar comenzó a hablar:

— Por favor, complete la hilera de mi derecha. —Bajé la cabeza y me incorporé a la fila de nueve personas con la sensación de aquella chica había vuelto a ganarme una pieza en la particular partida de confianza personal en la que nos encontrábamos. Ella sin percatarse de su pequeña victoria, continuó hablando:

 — Seguridad, competitividad, eficacia y ambición. Son los valores que propugnamos en esta empresa. Son los valores por los que luchamos en el día a día y son los que exigimos a nuestros empleados para poder mantener un grado de confianza mutua y continuar con nuestro valor de mercado al alza. — Detuvo su discurso durante un momento, desenredó sus manos y las echó hacia atrás juntándolas en su baja espalda, comenzó a andar entre las dos hileras de aspirantes y siguió hablando:

 — En “El Espejo” somos el fiel reflejo de nuestros clientes  y nuestros clientes deben poseer también estos valores que son indispensables para que una sociedad sea próspera y que esté en continuo crecimiento. — Dejó un silencio recorriendo el aire para darle un mayor énfasis a lo que acababa de decir mientras seguía caminando arriba y abajo en aquel pasillo de enmascarados.

— El puesto al que optan es el de “Selector de posibles aspirantes” y su oficina está en la planta 50 de este edificio. Si quieren obtenerlo deben tener la SEGURIDAD personal de que pueden  alcanzar esa planta subiendo por estas escaleras;  la COMPETITIVIDAD para llegar sin ayudar a sus compañeros en este ascenso; la EFICACIA  suficiente para conseguirlo en el menor tiempo posible, si consiguen bajar el tiempo del año pasado, el cual no se les dirá para que den el máximo de sí mismos, recibirán un plus económico; y por último, la AMBICIÓN de conseguir ser el primero en entrar en la oficina de la planta 50, porque solo habrá un ganador y solamente el que se siente en la silla vacía que estará esperándoles obtendrá esta plaza.

Tras estas palabras moví la cabeza a derecha y a izquierda en lo que en un principio creí que era la búsqueda de una mirada cómplice entre el resto de aspirantes que me confirmara que esta  entrevista se estaba convirtiendo en una auténtica locura.  Pero tras observar con detenimiento a los enmascarados que seguían parados, inamovibles y con una postura solemne, me di cuenta de que lo que estaba  haciendo en realidad era analizar cuáles podrían ser mis mayores rivales y cuáles los más débiles para conseguir tal ansiado y suculento trabajo. Sin darme cuenta me estaba dejando llevar por aquel ambiente de competitividad extrema, me  estaba adentrando  en aquel juego y lo peor, es que estaba empezando a gustarme.

— Por último y para que nadie llegue a ningún tipo de error, comentaré unas sencillas reglas que deberán cumplir al pie de la letra si quieren salir victoriosos en este proceso selectivo: si hablan quedarán eliminados; si se quitan la chaqueta, se desanudan la corbata o incluso accidentalmente se desabrochan algún botón, quedarán eliminados. No podrán prestar ayuda a sus competidores. Si los ven tropezar, alguno de ellos cae al suelo, ustedes van a axuliarle y el caído  acepta esta ayuda, ambos quedarán eliminados.  Sobra decir que si en algún momento se quitan la máscara o los guantes, quedarán inmediatamente eliminados. La llegada al piso cincuenta deberá ser con el mismo atuendo que tienen en este mismo momento, sin roturas y sin desgarrones en la ropa. En el caso de que el supuesto vencedor alcance el objetivo con el traje estropeado o sin alguno de los elementos de su kit personal  para la entrevista, la victoria y, el consiguiente puesto de trabajo en nuestra empresa,  se considerará nula y éste será para el siguiente en orden de llegada —terminó de enumerar estas normas y con un paso lento y acompasado se colocó a un lado de la escalera, miró el reloj de pulsera de su mano izquierda y extendió el brazo derecho hacia arriba con la palma de la mano apuntando hacia nosotros. Realizó una breve pausa para asegurarse de la hora que marcaba su reloj y continuó hablando:

— Sin más dilaciones y, tras dejar suficientemente claras las normas y objetivos de este proceso selectivo, creo que es el momento adecuado  para iniciar la prueba. La cual, comenzará exactamente  a mi señal que, atención prepárense señores, será en 3,2,1 ,… ¡AHORA!

Continuará…

FER ALVARADO

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4 comentarios en “Políticas de Empresa (Parte 3)

  1. ¡Vamos;ue no puedo esperar como se comportaran los candidatos competidores! Esto seguramente dará para escribir un tratado propio de la sociología y psicología…. Grande Fer! Un cordial saludo.

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    • Muchas gracias por seguir este relato y comentar. Vamos a ver quién consigue el ansiado puesto pero promete ser una carrera de altura 🙂. Espero seguir cumplimendo tus expectativas en los próximos capítulos y que estés disfrutando de esta historia. Un gran saludo.

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  2. Sigues dejando nuestras expectativas en ascuas… y cada vez van creciendo más. Me dejas perpleja a te como lo describes todo, me parece estar allí con Damián paseando por ese largo pasillo y ante esas escaleras enormes que suenan muy desafiantes. 50 pisos…, yo me muero jajaja ya me tienes esperando el siguiente capítulo, llegará, no llegará, será el primero, ya veremos. Bravo Fer

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    • Gracias sinceras Elena por tus palabras. Estoy intentando cambiar el tono del relato hacia lugares más oscuros e ir acelerando el ritmo poco a poco. No estoy acostumbrado a escribir historias tan largas y creo que el aventurarme a hacerlo con ésta me daba el mismo vértigo que a ti los 50 pisos 🙂. Gracias siempre por leer y comentar.

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