Un final adecuado

Introducción:

Con esta historia me ocurre algo que a todos los que intentamos escribir creo que nos ha pasado alguna vez: tengo muchísimas dudas. La escribí hace algunas semanas y desde entonces he vuelto a ella una y otra vez para repasarla e intentar asegurarme de que conté exactamente lo que quería. Y todas y cada una de las veces que volví a ella cambié algún detalle y continué con las mismas dudas.

En cuanto al texto en sí, la idea me surgió de un sueño. Los que me leéis habitualmente ya sabéis que todo lo que tenga que ver con las metahistorias me encanta. Relatos que van de escribir relatos, películas que tratan de cómo se hace una película,… Ese viaje del creador que es a veces tan costoso y en el que, en muchas ocasiones, se deja por el camino parte de uno mismo. Un día me acosté pensando en libros y tuve un sueño que me inspiró esta historia. Es decir, estaba tan obsesionado con el esfuerzo de crear algo que ni durmiendo pude separarme de ello. Ese fue el último empujón que me faltaba así que, me levanté y me puse lápices a la obra para intentar plasmar aquella idea que me había visitado en la noche. Como he comentado, no ha sido fácil y a día de hoy sigo sin estar del todo satisfecho con el resultado pero como este texto trata sobre la obsesión de crear, qué menos que compartirlo con mis compañeros y amigos de letras.

Voy a compartir una edición que hice del texto diferenciando narradores con colores (que me inspiré, cómo no, en esa maravilla de libro llamado «La Historia Interminable») y después el texto en sí por si no se pueden leer bien las fotografías. Espero que lo disfrutéis y que no os hayáis obsesionado tanto como este escritor cuando creáis vuestras historias. Besos y abrazos y gracias siempre por leerme.

Un Final Adecuado


«El chico miraba a través de la ventana contando una tras otra las personas que pasaban delante de su casa. Tenía un plan: aquella noche iba a cumplir veintisiete años así que el vigesimoséptimo viandante sería su próxima víctima».


El escritor se separó de la pantalla, suspiró y observó el inicio de su obra:


—El principio me gusta aunque no sé si será demasiado típico lo del asesino. Un trastorno de juventud, un poco de profundidad al personaje y seguro que la historia gana.


«Aquel número le perseguía. Durante sus apenas tres décadas de vida se había topado en innumerables ocasiones con él: su día de nacimiento, los meses que duró su última relación y, sobre todo, los correazos que su padre le sacudía cada vez que volvía con el aliento impregnado en whisky barato. Veintisiete, siempre eran veintisiete».


—Ahora hay que preparar un giro, un algo que lo haga diferente. Asesinatos y muertes siempre llaman la atención pero debe aportar más. A los lectores les encanta que se les sorprenda. Una buena historia siempre engancha pero necesita originalidad. Piensa, seguro que encuentras la solución.


Sintió un cosquilleo en la garganta. Pronto este se convirtió en una insoportable picazón. El motivo era simple: se le estaba atragantando el relato. Se levantó, dejó el ordenador encendido y comenzó a dar vueltas con una grabadora en la mano.

«La noche había alcanzado las calles y el tránsito disminuyó ostensiblemente. El chico comenzó a ponerse nervioso al pensar que no alcanzaría el número de peatones elegido para acometer su liberador acto».


«—Veinticuatro —. Miró el reloj de soslayo. Había pasado media hora desde que vio al último viandante, la medianoche se acercaba y se le estaba haciendo tarde. Demasiado tarde. Alcanzó a ver como una pareja deambulaba calle abajo y un brillo cruzó su mirada».


«—Veinticinco y veintiséis. Puede que al final tenga suerte y cierre el círculo. Uno, me queda uno».


—Uno, me queda uno —leyó en voz alta lo que acababa de escribir, se echó las manos a la sien y continuó hablando —. Ahora, ¿cómo avanzo? El recurso de la pareja me ha venido bien. En el relato es de noche y se acercan las doce. Cumplirá años y en ese momento será cuando deba encontrar a su víctima. Todo hilado, todo cerrado pero, ¿ahora, qué hago?


Tenía la página a medio escribir y un bloqueo mental no le dejaba continuar la historia. Intentó tragar saliva pero esta se le atoró durante su trayecto por la faringe. Se agarró el cuello con las dos manos y empezó a toser con virulencia.

«Una inesperada tormenta hizo acto de presencia. El chico nunca había escuchado truenos como aquellos. Las paredes temblaban y los cuadros se descolgaban de las paredes. Era como si todo se desmoronara alrededor. Se giró y se puso mirando a la calle. Solo un viandante más y podría dejar atrás su antigua vida. Para él era su única oportunidad y tenía que encontrarlo fuera como fuera».


El escritor, mientras tanto, seguía sin encontrar una continuación que le satisficiera y comenzó a tornarse morado. Tenía la historia atrancada y no dejaba que el aire alcanzara sus pulmones.


—Un giro. Necesito un ligero viraje de guión y podré acabar el relato —dijo mientras pataleaba intentando alcanzar el ansiado desenlace que le permitiera respirar. En ese momento escuchó una campanada, después otra y otra…, así hasta doce consecutivas. Estas parecían salir de su computadora.


—Es imposible que sea medianoche. Si estamos en mitad del… —Fueron las últimas palabras que surgieron de su boca. Tras pronunciarlas notó una presión asfixiante en el cuello, se desplomó sobre el teclado y, con la vida escapándose de su cuerpo, pudo ver como en la pantalla del ordenador se escribía por sí sola el final de su historia:

«Te encontré justo a tiempo número veintisiete».


Fer Alvarado

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13 comentarios en “Un final adecuado

    • Pienso igual que tú. Creo que escribir es dudar. Tomar un camino y después arrepentirse. Mirar hacia atrás y creer que lo realizado nunca es suficiente. Es algo que me ocurre con todos los relatos que he hecho. Pero con este, en concreto, me pasa mucho más que con todos los demás. Es como ese pequeño obstáculo que todos tenemos que no conseguimos superar. De ahí el querer compartirlo. Veo interesante el ver las historias más logradas y las que menos.

      Muchas gracias por comentar y por leer esta pequeña historia. Un gran abrazo.

      Me gusta

    • Tu comentario significa mucho para mí ya que esta es una de esas historias que, aún gustándome mucho la idea, no acabé satisfecho con el resultado. Así que me animas mucho a continuar arriesgándome con esta forma de narrar.

      Muchísimas gracias por leerme y por tus palabras. Un fuerte abrazo.

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  1. Hola, Fer. En primer lugar, te indico un error en el cierre de esta oración: «… después otra y otra,…». La coma nunca va antes de los puntos suspensivos. Y en este caso, lo correcto sería suprimir la coma, ya que la siguiente oración comienza con mayúscula. Sería: «En ese momento escuchó una campanada, después otra y otra… Así hasta doce consecutivas». También sería correcto poner la coma después de los puntos suspensivos, pero, en tal caso, la continuación de la frase iría en minúscula: «En ese momento escuchó una campanada, después otra y otra…, así hasta doce consecutivas».
    Por otra parte, considero una falta de educación llegar al blog de un escritor con el sarcasmo por bandera, indicarle una falta o errata y largarse sin comentar el texto y ni siquiera sin saludar o despedirse. Semejante comportamiento denota, además de la citada falta de educación, una completa ausencia de sensibilidad. Supongo que sabes a qué me refiero…
    Un estupendo relato, Fer. Comparto contigo el gusto por la metaficción y, en este texto, encajaste muy bien el juego del cazador cazado a través de esa lucha interna que mantiene el autor con su propia creación. Una aportación muy interesante que, desde luego, da mucho qué pensar.
    Un abrazo.

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    • Gracias por la corrección Javier. Cuando estoy saturado con texto me ocurre muchas veces que paso una y mil veces por una errata y soy incapaz de verla. Supongo que me ciego demasiado en estos casos.

      Respecto al texto también te agradezco enormemente tu opinión. Sabes que tengo muchas dudas con este relato y que pienso que es una buena idea que se podría mejorar notablemente en su ejecución. De ahí que tus ánimos me vengan fenomenalmente bien para seguir experimentando en este mundo que adoro que es la metaficción. Además has aportado una visión muy interesante con tu visión sobre el cazador cazado que tanto nos ocurre a los escritores (y que, personalmente, pienso que me ocurrió con este texto).

      Muchísimas gracias por aportar siempre tanto amigo. Un fortísimo abrazo.

      Le gusta a 1 persona

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