Microrrelatos Variados I

Introducción:

Hace unos meses mi buen amigo el escritor Javier Eugercio me recomendó adentrarme en el mundo de los microrrelatos para así aprender a sintetizar y a mejorar mi escritura. Al principio fui algo reacio a experimentar con ellos ya que realizar frases cortas y concisas es algo que me cuesta mucho. Más aún si tengo que contar una historia en pocas palabras. Pero al final me puse manos a la obra y resulta que realizar estas historias mínimas a terminando por conquistarme.

Hoy traigo una recopilación con mis cuatro micros favoritos escritos durante estos meses. Me ha parecido interesante traerlos todos juntos porque creo que engloban bastante bien todos los temas que suelo tratar en mis relatos más extensos: terror, humor, fantasía,… Así que espero que os gusten estos cuatro pequeños experimentos.

Y, por cierto, recomiendo muy y mucho que os paséis por el blog de Javier: https://javiereugercio.com/ . Además de tener multitud de relatos geniales acaba de sacar su primera novela: «Terrorhome». Un rural noir repleto de humor negro que he tenido la suerte de leer y es una de esas lecturas que dejan huella.

Os dejo con los micros y, como siempre, estaré encantado de compartir comentarios y opiniones. Gracias por leerme y feliz sábado.

Microrrelatos Variados I:

Opaco

Después de años de experimentos fallidos, Benito Probetas, científico loco por vocación y sino, se dio cuenta de que, por fin, había logrado el don de la invisibilidad. Y, para ello, no le hizo falta recurrir a la ciencia. Le bastó tan solo con ser diferente al resto de la sociedad.

Fer Alvarado

Falso Profeta

Un día se despertó decidido a cumplir su sueño: quería convertirse en profeta. Así que se acercó al mar de redes, dividió los algoritmos de sus aguas y se dispuso a cruzar aquella tierras de perfiles enmascarados.

El viento no soplaba a su favor pero la gente, que comenzaba a reunirse curiosa en la orilla, provocó oleajes de “me gusta” que le alentaron a continuar. Muchos, admirando unas proezas que sin su ayuda nunca se hubieran producido, decidieron seguirle. Domaron avatares salvajes para usarlos, copiaron las formas de aquel “elegido” y siguieron sus pasos sin hacerse preguntas. Él, al ver aquel fervor, vio su sueño cumplido  llegándose a creer su propia actuación. Mientras aquellas gentes, cegadas por un caminar que nunca había sido el suyo, acabaron perdiéndose por el scroll del mar. Y así fue como, siguiendo el capricho de un falso profeta, olvidaron qué querían, de donde venían y quiénes habían llegado a ser.

Fer Alvarado

En Voz Alta

Me gusta leer en voz alta. Escuchar el sonido de las palabras hace que me sumerja  mejor en las historias. Es como si me envolvieran y convirtieran lo narrado en real.

 Así que, para disfrutar de la lectura, me siento y comienzo a recitar el relato. Escucho un ruido a mi espalda. Me giro y no hay nadie. El silencio que envuelve la habitación me tranquiliza y continúo leyendo. Vuelve a sonar un crujido. La puerta del cuarto está abierta ¿la he dejado yo así esta mañana o acaba de abrirse? No quiero pensarlo. Será mejor que me relaje. Pongo de nuevo la vista en el libro. Oigo un paso, dos,… Alguien se está acercando. No puedo girarme. Estoy totalmente paralizado.Intento captar algún movimiento por el rabillo del ojo pero no alcanzo a ver nada. Lo tengo detrás. Noto su respiración bajándome por el cuello. Coge aire y traga saliva. Parece que va a hablar. Suelto el libro y me tapo los oídos. No quiero escucharlo pero mis sudadas manos resbalan por mis pómulos. Suena su voz y me sumerjo mejor en la historia:

—Me gusta leer en voz alta…

Fer Alvarado

El Cuarto Comensal

El horno alcanzó la temperatura adecuada en el momento que entró en la cocina. La carne llevaba adobándose desde el día anterior y un aroma a ajo y a romero inundaba toda la estancia. Programó el temporizador y se dirigió al salón. Los cuatro platos estaban perfectamente colocados sobre la mesa escoltados cada uno por sus cubiertos correspondientes. Se acercó y miró la silla donde siempre se sentaba su marido. Él no debía de haberle chillado anoche. Ella no quería enfadarse pero, cuando le gritaban, solía perder el control. La discusión se alargó y fue de las que marcan época pero, aquella cena, junto a su cuñada y su suegra, serviría para terminar de zanjar el asunto.

Revisó de nuevo la cubertería, uno de los cuchillos estaba manchado de un líquido rojo y espeso. El silbido del temporizador la sobresaltó avisándole de que la cena estaba lista. Volvió a la cocina y miró por la ventana del horno. El aspecto de la carne era delicioso. No serían capaces de sospechar de dónde provenía. En ese instante pensó que, para asegurarse de que su plan fuera perfecto y, antes de que llegaran sus invitadas, debía retirar el plato del cuarto comensal.

Fer Alvarado