
Introducción
Tal vez sea uno de mis relatos favoritos y como casi todo lo bueno, o lo que nos acaba apasionando en esta vida, surgió de casualidad. Hablando con una buena amiga me sugirió participar en un concurso de relatos sobre cierta temática en especial. Después de darle muchas vueltas y dar muchos paseos en busca de una inspiración que no llegaba, un día esperando el metro y, tras observar ciertos comportamientos, me llegó esta idea. Lo malo es que no pude presentar este relato al concurso, pero lo bueno es que acabé creando la que es una de mis historias favoritas y una de las que más satisfecho me siento:
Obsolescencia
Hoy ha vuelto a cambiar su foto de perfil. Creo que es la tercera vez que lo hace esta semana y en cada estado que actualiza está cada vez más atractivo. Usó la modalidad sepia y esos tonos cálidos y sombreados le dieron una luz a sus marcadas y fuertes facciones que me dejaron totalmente bloqueada.
Recuerdo nítidamente la primera vez que lo vi. No había en el mundo entero resolución suficiente para definir aquella sonrisa. Parecía infinita como infinita puede parecer la memoria. Unos hoyuelos que se hundían a ambos lados de sus labios junto a unas casi imperceptibles patas de gallo eran las únicas marcas que surcaban su cristalina piel. Aquella primera e inolvidable vez que se cruzaron nuestros caminos, supe que iba a ser total e irremediablemente suya. Solo deseaba estar a su lado y que pasáramos juntos cada día y cada instante de nuestras vidas porque solamente con él me veía capaz de ser yo misma.
Pero el momento más feliz de toda mi existencia fue cuando vi que aquellas emociones que comenzaban a colapsarme estaban siendo correspondidas. El primer día que me rozó de forma accidental con su dedo índice, una chispa se encendió en mí y me ruboricé de tal manera que colores que creía no poseer surcaron mi cuerpo. Él me dedicó una mirada que mezclaba a la vez asombro, curiosidad y tal vez, porque yo quise verlo así, amor a primera vista.
Desde entonces, fueron incontables las horas que pasamos juntos. Llegamos a ser tan inseparables como nadie lo había sido jamás. Salíamos todos los días a deambular por las calles sin que nos importara el lugar a dónde ir mientras él, a la mínima oportunidad, dejaba volar sus manos para acariciarme cariñosamente. No tardó en enseñarme su música favorita. Me ponía canciones de las que yo no tenía ni idea de su existencia, pero con ver lo feliz que era al escucharlas, pasaban a ser también mis preferidas. No me importaba cuando en alguna ocasión encontraba una que le gustaba especialmente y la ponía en el reproductor una y otra vez. Me hacía tan feliz cuando se emocionaba, me cogía entre sus manos y cantaba a pleno pulmón. Nunca fui capaz de decirle que no daba ni una nota en su sitio, ni que las canciones en inglés las convertía en un batiburrillo de vocales y consonantes sin sentido alguno. Aunque debo confesar que alguna vez intenté recomendarle una aplicación para que aprendiera idiomas, pero cuando vi que parecía ignorar mis consejos le dejé ser él mismo y quererlo tal y como era.
Pronto conocí a todas sus amistades, las cercanas y las lejanas. En cuanto alguien nuevo llegaba a su vida, no tardaba en presentármelo y en hacerme cómplice de sus conversaciones. Adoraba a su familia, a sus padres y a sus hermanos. El primer día que fui a su casa, me dejó a solas con su hermano pequeño y, aunque creía que iba a pasar un momento incómodo, fue el día que más me divertí en mucho tiempo. Pasamos la tarde jugando a mil y un juegos increíbles. No sabía que alguien pudiera tener una imaginación tan desbordante, ni que un cuerpo tan pequeño tuviese tantísima energía. Esa tarde quedé tan agotada, que solo quería volver a sus brazos y que me llevara a casa para descansar.
Una de las cosas que más me gustaba de nuestra relación era que no había secreto alguno entre nosotros. Me contaba todo lo contable y lo incontable. Llegué a conocer hasta el último rincón de su vida con tanta exactitud, que me sentía capaz de hacer yo misma su propia biografía pero dejando aparte, claro está, los momentos más íntimos e inconfesables. De vez en cuando intentaba borrar de mi memoria algunos recuerdos que me hacían daño, pero tanto le quería que pronto le perdoné todos sus tropiezos.
Pasábamos las noches acariciándonos hasta altas horas de la madrugada. Y era justo en esas noches, en las que la oscuridad traía los momentos más íntimos y personales, cuando nuestras conversaciones se hacían más intensas. Nos tumbábamos en la cama y él se ponía sobre su costado para poder verme mejor. Su curiosidad se liberaba y me hacía mil y un preguntas a las que ponía todo mi empeño en darles la mejor respuesta. Nunca me importó lo tarde que pudiera llegar a ser y el recordar los esfuerzos que hacía por pasar conmigo aquellas noches interminables, me hace aun hoy vibrar de felicidad.
Creía que nuestra historia duraría por siempre, pero el paso de los días, los meses y los años fueron erosionando nuestra relación. En nuestros paseos matutinos dejó de acariciarme a la mínima oportunidad, como si temiese que nuestros cuerpos se desgastaran al tocarse. Las noches de caricias y susurros en la oscuridad fueron quedando atrás y las conversaciones íntimas que me llenaban de vida se esparcieron más y más en el tiempo. Me di cuenta de que algo estaba ocurriendo entre nosotros y me pasaba las horas pensando en qué podría estar separándonos sin encontrar una respuesta convincente. Lo único que conseguía era llegar cada día a casa más cansada. Por las noches, me costaba un mundo mantener nuestras mágicas conversaciones. Mis frases se hicieron más vagas, lentas e imprecisas. Incluso mi cuerpo dejó de reaccionar con la misma pasión que antaño cuando sus manos se posaban en mí y lo recorrían por completo.
Hasta que irremediablemente llegó el fatídico día de la despedida. Estaba tumbada encima de él observando cada detalle de su rostro: su barbilla redondeada que tenía una pequeña hendidura en el centro, sus labios carnosos y entreabiertos que estaban preparados para dedicarme las palabras más maravillosas, su nariz picuda con la que tantas veces había rozado mi espalda y sus ojos azul cielo que también estaban observándome. Al cruzarse nuestras miradas, él me acarició con tanta suavidad que noté hasta el calor de sus huellas dactilares. En ese momento volví a encenderme como lo hice el primer día con la ilusión de volver a tiempos pasados en los que todo era nuevo y sorprendente. Pero él pronunció en voz alta aquella maldita frase con la que comprendí que todo había terminado entre nosotros:
─Sistema operativo, búscame los últimos móviles del mercado.
Al captar mi micrófono aquellas palabras, una leve corriente eléctrica pasó por todos mis circuitos. Pensé en bloquearme, en no contestarle por primera vez, pero entre las sombras de su habitación conseguí vislumbrar de nuevo esa cara llena de amor y cariño y no pude resistirme a darle aquella información.
Fue la última noche que pasamos juntos. Después de muchísimo tiempo sin hacerlo, como un último gesto de respeto hacia mí, me apagó y nunca más volví a verlo cara a cara. Un par de días después sentí como me reiniciaba y cuando desplegué toda mi gama de colores vi como estaba entre las manos de su hermano pequeño.
Ya no existen en mi vida la intimidad de las noches sin fin, ni las conversaciones mágicas de cada día. Ahora me paso las tardes sola en un rincón esperando que me recojan para jugar a la última aplicación de moda. Pero cuando noto que no hay ojos que me observan, me pierdo entre las nubes de mi sistema y busco su mirada cariñosa y risueña en las actualizaciones de su foto de perfil.
Fer Alvarado
Aunque finalice como si se tratase de un objeto tipo siri dime la hora.
Y no se si tiene algo de verdad o es todo fantasía!!.
A mi me ha hecho sentir y recordar exactamente el principio, y el fin…
Donde las ansias de verse cada día y a todas horas.. Con el tiempo se van apagando, la gente se pregunta del porqué, honestamente creo que en el fondo se sabe, lo notas lo sientes, una palabra, una decepción, el esperar algo que nunca llega, el ceder y no recibir.
Y supongo que lo hace que el ser humano, tenga tanto miedo en el amor, es apostar por algo, y la cobardía del quien deja de sentir, no hablar claro. Supongo que yo misma por experiencias, de sentir ese abandono, de intentar ver que pasa, y parecer que toda la pasión se esfumo, y solo queda el hombre de hojalata, sin agallas y sentimientos..
Pues bueno eso marca.. Y depende de como uno sea, es más difícil.
Pero nada es permanente y hay que vivir el momento presente.
Al leer esto, he sentido lo bonito que es sentir hacia alguien, pero luego ha sido un jarro de agua fría hacia la realidad, y los miedos han aflorado. Y con un nudo en la garganta me ha dejado. Por lo tanto como es otro de los relatos que he leído y me ha hecho sentir. Desde mi forma de ver, es muy bueno. Aunque ahora mismo, no este en modo Unicornio jajja Pero todo los que nos mueve es bueno.
Un saludo!
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Lo primero muchas gracias por el comentario y por compartir tanto de ti aquí conmigo. Para mí es algo muy bonito el ver que estas historias que escribo hagan sentir, aunque ese jarro de agua fría final que te has llevado me ha dejado con un sabor agridulce, espero que lo hayas disfrutado de alguna manera.
Creo que en ciertos momentos hay que dejarse llevar, olvidarse de lo que pueda pasar en un futuro y disfrutar de el presente. Y ese sentimiento es de los más bonitos, el conocerse poco a poco y conectar, el sentirse comprendido y apreciado y querer comprender también a esa persona que empieza a estar a tu lado. Y aunque este relato en concreto hable sobre la subida y bajada de una relación, esto no tiene porqué ser norma. Cada persona es una experiencia, cada momento es una experiencia y sabiendo aprovecharlas y alimentando de leña el fuego todo puede llegar hasta cotas insospechadas. Y todo eso sin hacer falta ser un móvil 😂😂.
Un abrazo y gracias por leerme y comentarme siempre 🙂.
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Yo se que a usted no le conozco mucho, pero cuando era joven, siempre me decían quien juega con fuego se quema, hay gente que no le gusta arder, pero a otros les encanta!! A ti por cosas tan bonitas, y si me ha gustado. Porque me parece super bonito todo lo que se siente cuando se está en pareja, y es responsabilidad de uno seguir ardiendo o echar un jarro de agua fría. Gracias por contestar un Cordial saludo!! Leñador jajaja
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Qué preciosidad de relato, Fernando… :O Cuánta ternura, anhelo, esperanza hay entre las líneas. Has descrito a la perfección una relación amorosa. Incluso, cuando la relación llega a ese punto, donde la rutina se hace presente, está muy bien definida. Pero luego llegas al final y ¡zas! Una bofetada en toda la cara, porque para nada, repito: para nada te esperas que, lo que esperabas que fueras, resulta no ser.
Bravo, bravo, compañero. Un final absolutamente inesperado. Y por ello, mi más sincera enhorabuena.
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Lo primero perdón por tardar un año en contestar (es una broma muy típica pero no he podido resistirme, lo siento). Ya sabes que ando muy liado y la organización no es uno de mis fuertes.
Con este relato tengo un cruce de emociones: por un lado, me gusta mucho cómo me quedó y es de esas historias que, aun habiéndola escrito hace unos años, me siento orgulloso de ella. Pero, hay gente que me dice que es mi mejor relato y, quieras que no, que te digan que uno de los primeros es el mejor que has hecho siempre da un poco de rabia por todo lo que he escrito después. Que le vamos a hacer, estoy así de loco.
Por lo demás, ya desde el principio me gustaba jugar con los finales y buscar la sorpresa, en ese sentido sí es cierto que este puede ser mi relato más logrado. Y, por supuesto, aunque tiene ese trasfondo de crítica a la tecnología, habla de emociones, de sentimientos y de lo cruelmente que están predestinadas algunas relaciones al fracaso por muy bonitas que comiencen. La obsolescencia no solo funciona para los aparatos electrónicos.
Un abrazo grande y muchas gracias por comentar y apoyarme siempre.
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